
Los duendes son seres elementales de tierra y guardianes de la naturaleza provenientes de la mitología pagana del norte de Europa, especialmente de la mitología germana y celta; pertenecen a la familia feérica donde también encontramos a las hadas, los trolls y los elfos. La palabra duende tiene su origen en el vocablo latino domus que significa “casa”, de ahí la creencia que los duendes suelen vivir en casas haciendo miles de travesuras. De gran parecido a sus hermanas las hadas y las ninfas, los duendes son seres pequeñísimos, de orejas puntiagudas, muchos de ellos con grandes garras, de nariz grande, cabello generalmente largo y con piel de color azul, rojo o verde.
Dado que son seres de la naturaleza, viven en los bosques, entre las flores, los troncos de los árboles, debajo de las hojas; sin embargo, a algunos duendes les gusta la presencia humana y pueden encontrarse en casas conviviendo con los humanos y realizando travesuras todo el tiempo, por ejemplo, esconderles o cambiar de lugar las cosas.
Los duendes viven cerca de 500 años y acostumbran robar a una mujer cada 100 años para tomarla por esposa, no sin antes desfigurarlas hasta hacerlas parecer como un duende. También existen los duendes que roban a los niños que todavía no han sido bautizados.

Aunque la mayoría de los duendes son criaturas nobles que portan una luz de nobleza; existen algunos, a los que se les llama familiares, que son de espíritu malvado y que practican la brujería o la hechicería, adoptan incluso formas de animales como gatos, sapos o murciélagos y ayudan a los hechiceros y los druidas (sacerdotes de la religión celta) en sus conjuros. La única forma de luchar contra los familiares y duendes malvados es con hierro forjado o con plata, ambos metales son la mejor defensa pues los debilita.