Desde los tiempos más antiguos, el ser humano ha creído en la existencia de espíritus y seres sobrenaturales que están más allá de su comprensión y que habitan en otro espacio al que no tenemos acceso a menos que hayamos abandonado también nuestro cuerpo; la permanencia del alma después de que el cuerpo muere ha sido una forma de aliviar y hacer más llevadero el dolor que nos representa dejar ir a estos seres, sin embargo, al mismo tiempo ha buscado la forma de seguir en contacto con familiares y amigos una vez que estos han dejado el plano terrenal.
La invocación de espíritus es sólo una forma de mantener el contacto y de entrar un poco en este otro mundo vedado para los ojos de los vivos. Existen dos tipos de contacto con los espíritus:
- La evocación donde se llama al espíritu ante la presencia del médium para que de respuesta a las interrogantes.
- La invocación propiamente dicha consiste en llamar a los espíritus para que realicen determinada orden, en este caso no es necesario que el espíritu se manifieste.
Cabe resaltar que no cualquiera tiene la facilidad y capacidad de invocar a un espíritu; este trabajo por lo regular siempre se deja en manos de un médium que se hará cargo de contactar con el espíritu y para ello también será necesario que tenga muy claro el por qué de hacer este contacto y, desde luego, a quién contactar. Aunque existen varias maneras de invocar a los espíritus, la más común es por medio de sesiones espiritistas que reúnen al o a la médium y los familiares.
Por último, es necesario tener presente que el espíritu puede manifestarse aún cuando no haya evocación o invocación de por medio, en estos casos el ente trata de comunicar algo o terminar algún pendiente que haya dejado en vida, en estos casos, estamos hablando de fantasmas.